El pasado viernes aparecieron en las costas de Nueva Zelanda 58 ballenas piloto muertas.
Equipos de voluntarios salvaron otras 15 que también estaban varadas en la misma zona.
Kimberly Muncaster, directora del grupo conservacionista local Proyect Jonah, ha dicho que tienen pocas esperanzas de salvar a los cetáceos atrapados en aguas próximas a la localidad costera de Kaitaia, en la isla norte.
La mayoría de las ballenas falleció porque quedaron varadas durante la noche y estuvieron allí muchas horas antes de ser descubiertas, según han explicado las autoridades neozelandesas.
Kimberly Muncaster ha explicado que cada mamífero tiene asignado un equipo de cinco voluntarios que están trabajando sin descanso para mantener a los cetáceos a flote y respirando.
Hay que recordar que estos animales pesan una tonelada y media.
El fuerte viento austral y la lluvia perjudican las labores de los expertos y voluntarios.
En la misma zona fueron atrapadas más de cien ballenas piloto hace dos años.
En Nueva Zelanda, al igual que le pasa a su vecina Australia, cada año cientos de mamíferos pierden la vida en sus costas.
La razón por la que algunas especies de cetáceos acaban sus días en las playas es desconocida por los expertos de momento, aunque barajan la posibilidad de que acuden atraídas por los sonares de grandes buques o también, que sigan a un cabeza de grupo que se encuentre desorientado por enfermedad.
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