"Victoria Regia" es la flor acuática más grande del mundo. Ha florecido en el Jardín Botánico José Celestino Mutis de Bogotá.
Sólo florece cada dos o tres meses en las lagunas poco profundas, quietas y de aguas cenagosas de los alrededores de los grandes ríos de las selvas amazónicas.
Vive durante cinco años más o menos y su flor es similar a la flor de loto, pero con un diámetro de hasta 30 centímetros, unas enormes hojas que pueden alcanzar los dos metros de ancho y que pueden soportar grandes pesos.
Ahora los bogotanos podrán disfrutar y contemplar este ejemplar durante tres días en los que se desarrolle su proceso de polinización.
El primer día adquirirá un color blanco, con un olor parecido al albaricoque, después se cerrará y se volverá a abrir en su segundo día con un color lila y el tercer día se cerrará de nuevo para terminar su polinización.
El jardín botánico de Bogotá intentó promover la germinación artificial de esta flor, en 1975 y 1995 creando un microclima que tiene en cuenta la filtración de los rayos solares, el acondicionamiento de los suelos y la aireación del agua, control de plagas y enfermedades.
Los cuidadores han dispuesto un sistema de placas solares para mantener la temperatura óptima para el crecimiento de la planta, que debe de ser entre 20 y 25 grados centígrados.
Suerte de los que pueden verla, ¿no os parece?
Sólo florece cada dos o tres meses en las lagunas poco profundas, quietas y de aguas cenagosas de los alrededores de los grandes ríos de las selvas amazónicas.
Vive durante cinco años más o menos y su flor es similar a la flor de loto, pero con un diámetro de hasta 30 centímetros, unas enormes hojas que pueden alcanzar los dos metros de ancho y que pueden soportar grandes pesos.
Ahora los bogotanos podrán disfrutar y contemplar este ejemplar durante tres días en los que se desarrolle su proceso de polinización.
El primer día adquirirá un color blanco, con un olor parecido al albaricoque, después se cerrará y se volverá a abrir en su segundo día con un color lila y el tercer día se cerrará de nuevo para terminar su polinización.
El jardín botánico de Bogotá intentó promover la germinación artificial de esta flor, en 1975 y 1995 creando un microclima que tiene en cuenta la filtración de los rayos solares, el acondicionamiento de los suelos y la aireación del agua, control de plagas y enfermedades.
Los cuidadores han dispuesto un sistema de placas solares para mantener la temperatura óptima para el crecimiento de la planta, que debe de ser entre 20 y 25 grados centígrados.
Suerte de los que pueden verla, ¿no os parece?
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